11 de mayo de 2010

Y si todo tiempo pasado fue mejor...

Los refranes y dichos resultan una construcción histórica tan representativa como un edificio emblemático o un símbolo patrio. Y tras tres décadas de ser un usuario recurrente de las frases propias de nuestro idioma, creo que podría empezar a hablar sobre ellas. Empecemos por la que le da título a este post.


Recordamos porque nos viene bien escapar de la realidad cada vez que nos cansamos de ella. Y escapamos. Y nos refugiamos en aquellos lugares seguros y cálidos a los que llamamos pasado. Entonces, por una suerte de magia infalible, aparecen en nuestra mente como proyección de película de domingo por la tarde, los mejores momentos que hemos tenido, todos ellos matizados por el deseo y la intención, que viven juntos en la misma casa que la memoria (tema que será objeto de un nuevo post), creando una especie de “versión alternativa libre” de lo que fue aquella realidad de la que, ya hemos dicho más de una vez, no somos capaces de guardar un registro fiel, pues, a fin de cuentas, nadie sabe bien qué es exactamente.


Lo cierto es que, de pronto se va desdibujando el contorno oscuro de cada figura y queda tan solo la zona clara y precisa. Esa es la historia de nuestros recuerdos retocados, como fotografía enviada al especialista para que la reviva, parche las zonas perdidas, elimine al personaje desconocido (o detestado) y las manchas de la pared, y hasta amplíe la sonrisa para hacer del documento gráfico una inequívoca muestra de completa felicidad.


Trata, trata un poco más, y verás cómo, en medio de esas historias, desaparecieron las grietas, se compusieron las cosas rotas, y el calor más sofocante o el frío más despiadado se transforman en templado clima de media estación. Y así.


Entonces, “todo tiempo pasado fue mejor” no deja de ser más que una ilusión de las que nos queremos creer porque nosotros mismos nos las inventamos. ¿Qué hacer entonces con cada uno de esos recuerdos, ahora que sabemos que no son fieles? ¿Servirán para ocultarnos ahora, o es que acabamos de darnos cuenta que estamos desnudos? “Todo tiempo pasado fue mejor”, quizás sería la frase que nuestros primeros padres estarían autorizados a repetirse cada vez que comprendían el lugar al que no habrían de volver. Y si no habremos de volver, ¿de qué nos sirve pensar en ello?


Todo tiempo pasado nos trajo hasta aquí. Como tal, no es ni mejor ni peor. Simplemente es. ¿Mañana? Depende de hoy.

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